La Basílica de la Santa Cruz en Jerusalén (en latín Basilica Sanctae Crucis in Hierusalem, en italiano Basilica di Santa Croce in Gerusalemme) es una antigua iglesia barroca en Roma que se caracteriza especialmente por sus relicarios y reliquias. (1743, Domenico Gregorini y Pietro Passalacqua). Son admirables los frescos que se pueden apreciar sobre el altar principal y que muestran figuras de los querubines del baldaquino del siglo XVII.
A la derecha del altar y bajando las escaleras se accede a la capilla de Santa Elena que exhibe exquisitos mosaicos del siglo XIV, representado a Jesucristo y otros Santos. Por encima de las escaleras y a la izquierda se encuentra una capilla edificada en el año 1930 y es el sitio que alberga las reliquias más preciadas, como por ejemplo, los fragmentos de la Cruz y un par de espinas de la corona de Jesús, como así también un dedo de San Tomás (el que habría utilizado para comprobar la herida de Jesús) y uno de los clavos.Antiguamente, en el lugar donde se erige esta iglesia, se levantaba el palacio donde residía el emperador. Entre los años 218 y 235 Eliogabalo y Alejandro Severo edificaron sobre el palacio, El Circo Variano y el Anfiteatro Castrense. En el año 320, Santa Elena, madre de Constantino, se estableció en el palacio y ordenó la construcción de una capilla para atesorar las reliquias que había traído desde Jerusalén.
El campanario es añadido recién en el año 1144 y será el Papa Benedicto XIV quien agrega la fachada y se ocupa de la decoración interior.