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La Basílica de los Cuatro Santos Coronados (en italiano Santi Quattro Coronati) es una antigua iglesia romana. Data del siglo IV o V, y está dedicado a cuatro santos y mártires anónimos. Esta edificación medieval se encuentra sobre una de las calles laterales que sale de la Piazza San Giovanni. Antiguamente fue refugio de papas que vivían en el palacio Laterano hasta que su lugar fue ocupado por el Castel Sant’Angelo cuando se trasladaron al Vaticano. Esta iglesia fue fundada en el siglo IV d. de C. y sufrió varias ampliaciones. En el año 1084 se incendió en un ataque llevado a cabo por los normandos de Roberto Guiscardo y fue reconstruida por orden del Papa Pascual II.
Su nombre tiene origen en cuatro cristianos que habiéndose negado a adorar a Esculapio -dios pagano de la medicina- fueron martirizados. La antigua iglesia tenía un tamaño dos veces mayor al actual y no se puede dejar de admirar los suelos de estilo cosmati y el tabernáculo estilo renacentista del siglo XV y decorado en el XVII con frescos barrocos. Uno de los jardines más antiguos de Roma (1220) se encuentra en esta iglesia y para poder visitarlo sólo hay que tocar el timbre para ser atendido por las monjas de clausura que viven allí.
Capilla de San Silvestre
Basílica de los Cuatro Santos Coronados
Muy recomendado: los magníficos frescos de la capilla de San Silvestre que narran la leyenda de la conversión al cristianismo del emperador Constantino (306-337) por el papa Silvestre (314-335).
De izquierda a derecha, como si de una tira de “cómic bizantino” se tratara:
- Constantino lucha contra la plaga de la lepra
- Sueña con San Pedro y San Pablo (éstos le aconsejan que vaya al encuentro de Silvestre)
- Los tres embajadores a caballo para ir al encuentro de Silvestre
- Silvestre muestra a Constantino el retrato de los dos santos
- Constantino recibe del papa el bautismo por inmersión y se cura
- El Emperador le ofrece su tiara y su parasol
- Silvestre, vistiendo la tiara del Emperador, cabalga hacia Roma.
- Constantino está representado a sus pies.
- El fresco frente al altar muestra a Silvestre resucitando a un buey.
